En la raíz misma del movimiento
obrero, Marx al que los reformistas todavía acuden en pantagruélico aquelarre
de oportunismo, establece en su vertiente epistemológica la conciencia de
clase, motor de la lucha obrera, la quinta esencia del futuro del proletariado.
Una conciencia de clase alambicada por el desarrollo de los modos de producción,
que son los que destilan las condiciones económicas que caracterizan el tejido
social en cada etapa de la historia. En el capitalismo, tal y como nos revela
Marx, el beneficio en el proceso de producción (que siempre tiende a más
inversión y más enriquecimiento insostenible y especulativo), se establece a
partir de la plusvalía que se extrae
de la fuerza de trabajo, aquello de que las ocho horas que el
trabajador, trabajadora labora, una parte es para él, la que revierte en lo que
realmente le paga el empresario y otra para el empresario ,la que da lugar al
exceso de valor de cambio que no revierte sobre el trabajador, trabajadora y
que, da lugar a la ganancia del empresario o plusvalía. A cambio de esta
parasitaria relación laboral, el obrero obtiene un salario, lo que necesita
para vivir; el empresario una magnitud variable con la que poder elaborar un
producto como mercancía rentable: riqueza.
Empresario y asalariado, o mejor
burguesía y proletariado, son las clases que vertebran la sociedad creada por
el liberalismo económico, clases enfrentadas como no puede ser de otra manera, como
no puede la oveja confiar en el lobo; némesis perpetua que subyace de unos
intereses contrapuestos y que dan pábulo a la lucha obrera.
Y es que la burguesía necesita
comprarnos, y necesita comprarnos autómatas, sin capacidad de reivindicación y
organización, porque de nuestro silencio y conformismo depende su ganancia. Ya
les jode bastante que tengamos necesidades básicas, que queramos expandirnos
más allá de la supervivencia, para que encima reivindiquemos cosas como mejoras
salariales, reducción de jornada… etc. A este respecto Marx nos dice “sin
embargo la fuerza de trabajo no es una mercancía autónoma que se puede apagar y
almacenar cuando el mercado no precise de sus servicios, sino que es
indisociable de personas con necesidades materiales continuas, relaciones familiares,
tradiciones culturales e incluso sujetos de derechos con aspiraciones
políticas. La tensión entre un mercado expansivo y ese macizo antropológico es
una causa sistémica de conflicto social en la modernidad.” Esta tensión, ha sido
la clave de bóveda de las luchas sociales que se han desarrollado a lo largo
del siglo XX. Los trabajadores, trabajadoras siempre hemos tenido que defender nuestro
nivel de vida contra la tendencia de la patronal a sacarnos más rendimiento.
Así, en crisis como la actual, donde el crecimiento económico se retrae (no
entraremos aquí a valorar la crisis, léase para ello anteriores artículos del
PCOE Córdoba y su órgano de prensa EL PROLETARIO), el patrón necesita
flexibilidad para poder despedir a su antojo según el balance de beneficio;
necesita una reducción del salario y alargar la jornada laboral para
multiplicar la plusvalía, para lo que el exacerbado número de parados, paradas
que se convierten en mero recambio de los que están en activo les viene muy bien;
pero sobre todo, buscan desorganizarnos, para poder superar la crisis a costa
de nuestro sufrimiento y estoicismo, para lo cual, un arma muy efectiva ha sido
la de someter los convenios provinciales a los acuerdos de empresa y
desarticular la ultraactividad.
Así, se han tomado una serie de
medidas que nos perjudican y como toda acción entraña una reacción, ahora más
que nunca hemos de activar nuestros mecanismos de defensa para revertir la situación,
siendo la Huelga General el más importante. La Huelga es un mecanismo vital
para entrar en la lucha economicista de mejora de las condiciones laborales y
un mecanismo que intensifica el grito de los obreros en su lucha contra los
recortes, como así establece la propia Organización Internacional del Trabajo al
definirla como “uno de los medios legítimos fundamentales
de que disponen los ciudadanos y
específicamente los trabajadores (a
través del movimiento sindical y las organizaciones sindicales) para la promoción y defensa de sus intereses
económicos y sociales”. De esta manera, hemos de activar tal mecanismo en cada
uno de nosotros, nosotras, no yendo a trabajar ese día y coadyuvando en una
propaganda masiva que paralice el país el 14N, obligando al Estado represor
burgués a dar marcha atrás en sus medidas antiobreras. Pero hemos de activarlo
con la chispa de la conciencia de clase, dentro de la tensión entre burguesía y
proletariado de la que nos habla Marx, ese motor del que hablábamos en los primeros
renglones del artículo. Activarla para luchar contra el sistema y no para reformarlo,
lo cual, nos llevaría a levantar la piedra de Sísifo por la rampa de la
historia para siempre.
Frente a esto (y en detrimento de
la lucha de clases) lo que parece una auténtica aporía en aquellos que convocan
la huelga (CCOO y UGT) es el hecho de que al tiempo que pretenden liderar la
lucha obrera con estas acciones, van por todo el Estado Español firmando ERES
que aumentan la precariedad de los trabajadores; el hecho de que en muchos
casos van de la mano con el PSOE que empezó toda esta historia; el hecho de que
someten a las bases con una red burocrática antidemocrática y nepotista; el
hecho de que se adhieren a la Confederación Sindical Internacional que está
liderada por lo sindicatos alemanes, los cuales practican una política
colaboracionista con la patronal; es decir se alejan de proletariado. Sería de
izquierdistas afirmar que los sindicatos han de crear conciencia de clase, pero
lo que no se puede hacer, tal y como establecía la Internacional comunista, es
apoyar a sindicatos reaccionarios 1º, por su falta de democracia interna y 2º,
por perjudicar la lucha obrera con estrategias vacuas que sólo llevan al
desánimo (que se lo digan a los mineros de la cuenca astur-leonesa) y por no
atacar en ningún momento las bases del capitalismo manteniéndose en el plano
del economicismo y de las reformas.
En esta Huelga General los
trabajadores y trabajadoras hemos de ir más allá de la manipulación de los
sindicatos, que esgrimen como uno de sus motivos para convocarla, que el
gobierno cuente con ellos a la hora de gobernar, como el mismo Toxo reconocía a
la hora de exponer las razones de la Huelga de marzo en declaraciones a Radio Nacional
de España. No necesitamos más pactos sociales. Necesitamos adquirir poder en
los centros de trabajo para ser cada día más protagonistas de nuestra vida.
En conclusión, los proletarios hemos de convertirnos en sujeto revolucionario. Para ello, la única salida es la conciencia de clase, recuperar la tensión entre burguesía y proletariado tanto en el ámbito semántico como político de la palabra, como ya establecía Lenin. Ergo para que esta huelga no caiga en saco roto como las anteriores, hemos de tomar el control y hacerlo de forma organizada y efectiva, sepultando los sindicatos mayoritarios, complacientes y complacidos que por otro lado sólo representan el 15,6% de los ciudadanos en activo, la tasa de afiliación más baja de Europa.
En conclusión, los proletarios hemos de convertirnos en sujeto revolucionario. Para ello, la única salida es la conciencia de clase, recuperar la tensión entre burguesía y proletariado tanto en el ámbito semántico como político de la palabra, como ya establecía Lenin. Ergo para que esta huelga no caiga en saco roto como las anteriores, hemos de tomar el control y hacerlo de forma organizada y efectiva, sepultando los sindicatos mayoritarios, complacientes y complacidos que por otro lado sólo representan el 15,6% de los ciudadanos en activo, la tasa de afiliación más baja de Europa.
Y la forma de hacerlo es a partir
de la ACDT (Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores), en los que las
masas laboriosas hemos de unirnos en lucha, por encima de las siglas
sindicales, no sólo por nuestra situación en la empresa, sino por nuestra
situación en el sistema, como clase proletaria. Asambleas con las que adquiramos
poder efectivo para acceder a los recursos, a los medios de producción, no
tener que enajenar la fuerza de trabajo y erradicar la plusvalía, argé de la
riqueza de la burguesía y base de la desigualdad y de la injusticia de la
actual sociedad. “De estar todos los Comités unidos y organizados, todos ellos
tendrían en sus manos el control de la Producción y de los medios de
producción, elemento fundamental para la planificación de la producción por
parte de la clase trabajadora. (Programa del PCOE)” ¿Queremos acabar con la
crisis? ¡Acabemos con el capitalismo! Las Huelgas, si el obrero se erige en
sujeto revolucionario, pueden ser el comienzo para lograrlo.
Todos tenemos que ir a la Huelga para defender nuestros
derechos,
todos tenemos que ir a la Huelga en contra de los recortes,
todos tenemos que ir a la Huelga en contra del sistema,
todos tenemos que ir a la Huelga para mostrar la fortaleza
obrera,
todos tenemos que ir a la Huelga como proletariado………….
¡¡¡ TODOS
TENEMOS QUE IR A LA HUELGA PARA ALGO MÁS!!!
Comité Provincial del PCOE de Córdoba
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